Hasta una choza
en mundo de mudanzas
es casa de muñecas.
Basho
Me cambio de esta casa sin recuerdos, sin el goce de la mudanza. Se deja atrás la premura y el vértigo de aplanar las calles. Hay una casa sola. Se vuelve a la orfandad. Es el despojo, el rostro carcomido, el rechazo. La peste llega a mi casa, es mejor partir y abrazar la intimidad de una sombra. Así se reconstruye mi cuerpo fragmentado, el que levanto con una cucharita, lentamente para que no se desparrame. Anuncian la llegada de un huracán y me apuro, cierro puertas y ventanas, no vaya a ser que ya no me vea y que termine como una partícula suspendida sin ojos, sin pies y sin piel.