después del apaleo
nocturno
se resquebrajan las articulaciones
tijereteadas en finas tiritas
inmóviles
quedan hematomas,
pero invisibles
ante mi cara resuelta y fingida
lo que había de sueño
pende de un hilo
y al tirar la cuerda cae
cae la cortina
antes había un lobo
ahora hay dos.